No sé si sólo nos pasa a nosotros. Cada vez que llevamos a
Ella a un especialista éste le consigue más disfunciones que virtudes. Yo he
aprendido con el tiempo que el asunto no es personal. Los profesionales de la
salud están formados para siempre buscarle una quinta pata al gato. No digo que
mi hija no tenga disfunciones, pero como el concepto de normalidad es tan
relativo, llegué al punto en el que decidí no darme mala vida. El asunto va más
o menos así: no hace esto, hace esto mal, esto está desintegrado, no coordina esto; incluso, hace
unos años fuimos con una doctora que trató de angustiarnos porque la niña
“espabila muy poco”.
Estoy completamente segura que alguna vez has tenido un
episodio de estos. Sales de la consulta con un inventario de defectos hecho por
alguien a quien tu hijo no le corre por las venas. Déjame decirte algo: No te
des mala vida. No quiere decir esto que si un especialista o varios coinciden
en alguna necesidad específica de tu hijo, la ignores por completo. Me refiero
a que tú conoces a tu muchacho más que nadie. También me refiero a que debes
priorizar cómo abordar los problemas. Primero lo primero. No magnifiques las
pequeñeces sólo porque alguien te sembró la semilla de la duda. ¿Estás haciendo
lo que te toca? ¿Tu hijo está avanzando? Pues no te des mala vida.
Ante esta situación quiero darte tres consejos para que
puedas sobrellevar el asunto de la mejor manera:
- Identifica las limitaciones y fortalezas de tu hijo. Con el tiempo he aprendido que hay cosas que mi hija no hace porque simplemente no le da la gana. Ellos son así, voluntariosos. A veces me toca forzarla, en otras ocasiones respeto su deseo. También sé cuáles cosas se le hacen difícil. Eso jamás es punto de rechazo. Yo amo a mi hija tal como ella es. Pacientemente espero que ella alcance sus metas. No me hago la vista gorda con sus limitaciones, pero no por eso ignoro sus muchas capacidades.
- Filtra la información que recibes. No es la primera vez que te digo esto. Hay un pilar en mi vida que se llama criterio propio. Debes siempre usar la razón, el corazón, el instinto y la sabiduría de lo Alto, pero no te comas todo lo que te dan. No te creas todo lo que lees, no te guíes por lo que el doctor del niñito tal le dijo a la señora. Usa tu filtro, mide las cosas, pon en balanza los hechos con la teoría y recuerda que en la vida 2+2 no es necesariamente 4.
- Asume la realidad con madurez. Me refiero a que no te permitas el drama extremo. Hay cosas que no están bien con tu chamo, bueno, usa los recursos a tu mano para resolverlo, pero de ninguna manera te eches a morir. Tu hijo necesita tu entereza para salir adelante. No mires tampoco a los lados buscando referentes, porque tu hijo es único, como lo somos tú y yo, como los son cada uno de los dedos de una mano.
Así que, si te enfrentas a esas incómodas situaciones en las
que los comentarios y apreciaciones de expertos y opinólogos quieren sacarte de tu estado de tranquilidad,
recuerda que el equilibrio de esta limonada está en el papelón. No darse mala
vida no significa voltear la mirada ante lo que hay que hacer, eso te lo dije
en Soñadores Realistas. Cuando las situaciones parecen abrumarte y no puedes
hacer nada para transformarlas, recuerda que tu actitud lo es todo. No te des
mala vida.