jueves, 22 de junio de 2017

Feo pa' la Foto



Los que vivimos en Venezuela estamos atravesamos un difícil momento. Estamos en una guerra atípica, pero guerra al fin. Hay confusión, muerte y daños colaterales. Mientras todo está agitado, la vida sigue transcurriendo, también con sus agites, y las aflicciones se han incrementado, porque aparte de nuestras penas particulares, hay una pena nacional que se entrelaza y complica la existencia y la cotidianidad. Tengo muchas semanas sin ir a la jungla caraqueña, y creo que no hay necesidad de explicar razones.

Los papás especiales hablamos de lo mismo: el medicamento que no hallamos, la cita médica que perdimos, el doctor que se fue del país, los trapos que usamos en lugar de pañales, el alimento de la dieta del chamo que se quintuplicó en precio y otras cosas más traumáticas.  Nuestra presión diaria se ha incrementado, y como decimos aquí, estamos feos pa’ la foto. La situación de otros no es mejor, porque todos, sin excepción (incluso los que dicen que no pasa nada) estamos en oprobio.

Sin embargo, a mis más de 30 años te puedo decir que una de las lecciones que me ha dado la vida es que la dificultad ejercita ciertos músculos emocionales, y nos hace fuertes cada vez más. La Carolina de hoy tiene más temple que la de 2012, porque esta senda limonada me ha permitido someterme a un entrenamiento constante que me proporciona fortaleza para enfrentar con templanza el mal rato. ¡Ojo! No quiere decir esto que no haya nada que me quiebre, sólo que tengo un músculo emocional desarrollado. En ese contexto quiero darte tres consejos en esta crisis en medio de la crisis:

1.  Cuida lo que piensas. La mente es el centro de actividad más importante de tu cuerpo. En ella se rige el destino de tus acciones. Es fácil ahorita tener pensamientos de temor, pesimismo, negatividad, depresión, odio y venganza. No te lo permitas. Nadie es víctima de su mente a no ser que se lo así lo quiera. Tú decides qué pensar y qué no. Todo tu funcionamiento corporal cambia cuando eliges pensar bien.



2. Mantén tus convicciones. En tiempos de guerra los límites se vuelven borrosos. Es fácil ceder a hacer cosas incorrectas o inapropiadas cuando nos vemos en aprietos. Pero, no olvides que todo lo que hacemos deja una huella, y todo tiene consecuencias. En el calor del momento, por el impulso de lo colectivo o simplemente porque crees que te puedes salir con la tuya haces algo que contradice tu código, y aunque lo justifiques, no habrá excusas que te excluyan de los resultados de tus acciones.



3. Recuerda que todo es pasajero. Estos malos ratos van a pasar. Quizá tengan que venir peores ratos antes de que pasen, pero no serán para siempre. No hay mal que dure cien años, no todo es una desgracia y no hay motivos para creer que las cosas van a salir mal. Aún en medio de las cosas malas, florecen otras buenas. La Segunda Guerra Mundial fue el escenario perfecto para los avances tecnológicos que gozamos hoy día, eso para darte un ejemplo.


Así que, si como yo, estás feo pa’ la foto, no dejes de esperar lo mejor. Asume la mejor actitud ante esto, porque no tiene caso amargarte. El limón de esta crisis se suaviza con el papelón del optimismo. Yo particularmente he decidido no dejar que mis emociones y voluntad estén dominadas por los factores externos, sino que mi Ingrediente Secreto ha sido la clave para terminar cada día airosa, confiada en que todo obrará para bien.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario