¿Llegaron a ver Shakespeare Apasionado? Si
no la han visto, no pierdan su tiempo. La traigo a colación porque una de las
cosas más curiosas de la película es que hizo que Judi Dench ganara un Oscar
como mejor actriz de reparto. Su aparición en todo el film suma solo 6 minutos
de los agónicos 137 de toda la película. En total apareció en 4 escenas, pero
la aparición de su personaje, la reina Isabel I, fue determinante en el
desenlace de la historia ficticia de la película. Su intervención fue breve,
pero muy influyente.
Pensando en eso, todos estos días he tenido
en mente algunas mujeres brevemente mencionadas en las Escrituras que marcaron
la historia del pueblo de Dios en diferentes momentos de la historia, y lo
hicieron al ser madres.
#1- No está ebria, está desconsolada.
El relato de Samuel empieza contándonos la
historia de su familia. Un hombre, dos esposas, una tiene muchos hijos y se
jacta de ello, la otra es estéril y los anhela. La estéril es Ana. Para ella su
esposo Elcana no es mejor que diez hijos, ella quiere tener hijos porque en el
pueblo de Israel tener hijos es ser partícipe no solo de Sus bendiciones, sino
también de Sus planes. Así que un día ella decidió hacer las cosas diferentes,
y dejó su estoicismo, oró, lloró e hizo una petición específica. No solo eso,
su oración estuvo acompañada de un voto, la promesa de consagración de ese
hijo.
Una de las cosas que más admiro de Ana es
haber dejado a Samuel en Silo. Lo que nos cuenta el cronista de los hijos de
Elí nos hace pensar que era el mejor lugar para que un niño creciera. Samuel no
solo creció allí, sino que su gestión ministerial fue un parteaguas en la
historia de Israel. El último juez, el gran profeta cuya palabra era tenida en
estima, era el hijo de Ana. Samuel ungió a Saúl y luego a David. Sin Ana no hay
Samuel. Ana en su canto de
agradecimiento proclama una serie de atributos divinos que deja en evidencia
que esta mujer conocía a su Dios. Y es la última mención de ella en toda la Biblia.
#2- Después de vieja se puso con esas
cosas.
Después de cientos años de espera, ha
llegado el momento en el que la el Salvador vendrá al mundo. Pero siempre antes
de lo mejor del concierto, vienen los teloneros. El telonero de Jesús fue Juan el Bautista. Ya Isaías había profetizado su venida, y luego Malaquías.
Sin embargo, Dios siempre desafía las probabilidades, así que nadie pensaría
que ese mensajero vendría del vientre de
Elisabet, una mujer ya muy anciana para tener hijos. Ella es de la línea de Aarón, y su esposo es Zacarías, un sacerdote.
Lucas nos cuenta que vivían irreprensiblemente, pero aunque ella no pidió el
hijo, ya Dios había planificado que ella fuera la mamá del que allanó el camino
del Salvador.
No sé si te has fijado que Juan el Bautista
no tenía un mensaje muy popular entre los religiosos de su época. Sin embargo,
tenía discípulos, muchos de los cuales siguieron a Jesús después. El precursor
del Mesías fue comparado con Elías, y el mismo Jesús le destacó como gran profeta y su testigo. El
bautismo de Juan tipificaba un bautismo que vendría después, el del Espíritu
Santo. ¿De dónde salió ese niño? Pues, del vientre de su mamá, Elisabet.
¿Cuántos capítulos dedicó Lucas para describírnosla? Unos pocos versos. Juan es
el mejor ejemplo de la claridad del propósito de vida, pero olvidamos observar
que su mamá estableció el ejemplo al principio cuando reconoció la gracia en su
prima, quien era la que traería al Verbo hecho carne.
#3- Dos son mejor que una.
Detrás del joven Timoteo, no solo estaba su
padre espiritual Pablo, estaban su mamá y su abuela. La influencia de ellas era
tan evidente que el apóstol las menciona en su última carta. Listra, de donde
era oriunda la familia de Timoteo, no era un lugar en donde hubiese sinagoga, y
el hecho que Timoteo no fuese circuncidado al octavo día como lo establecía la
ley mosaica, nos indica también que a Eunice no se le hizo fácil criar a su
hijo en los valores judíos teniendo un esposo griego. Pero ella, al parecer,
tuvo ayuda de Loida, su madre. Dos mujeres ejerciendo influencia espiritual
sobre su muchachito.
Timoteo no sería cualquier colaborador de
Pablo. Es mencionado en muchas de sus cartas y para el momento en el que el
apóstol es martirizado es el pastor en Éfeso, la región más importante del
mundo occidental para la época. Imaginemos a una Eunice atemorizada e
indispuesta a enseñar a su hijo las sagradas escrituras. ¿Hubiese tenido
Timoteo la sensibilidad espiritual para entender el mensaje de la cruz y ser
junto con Pablo un misionero de primera clase en la iglesia primitiva? No lo
creo. Fueron una madre y una abuela sentaron las bases de la vida espiritual
de un niño que más tarde tomaría el testigo del gran Pablo.
Así que, en un mundo que nos ha vendido la
idea que protagonismo e importancia son iguales, veamos a estas mujeres,
personajes fugaces que dejaron huella eterna. No debemos usar las medidas seculares
para sopesar si nuestro trabajo de madres importa. ¿Sabes cuál tiene que ser la
medida? Piensa en esto: Dios tiene un plan en el que cada uno de nosotros tiene
una participación, eso incluye a tus hijos. Críalos, disfruta lo rutinario y
corriente. Y sé una mujer de Dios. Los ejemplos en estudio nos recuerdan que
una madre con una carácter cimentado en Dios puede establecer las bases para un
hijo que marque huella en el Reino. Seamos el primer Cristo que ellos vean.
Feliz día de las madres.
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