domingo, 10 de mayo de 2020

Personajes Fugaces






¿Llegaron a ver Shakespeare Apasionado? Si no la han visto, no pierdan su tiempo. La traigo a colación porque una de las cosas más curiosas de la película es que hizo que Judi Dench ganara un Oscar como mejor actriz de reparto. Su aparición en todo el film suma solo 6 minutos de los agónicos 137 de toda la película. En total apareció en 4 escenas, pero la aparición de su personaje, la reina Isabel I, fue determinante en el desenlace de la historia ficticia de la película. Su intervención fue breve, pero muy influyente.


Pensando en eso, todos estos días he tenido en mente algunas mujeres brevemente mencionadas en las Escrituras que marcaron la historia del pueblo de Dios en diferentes momentos de la historia, y lo hicieron al ser madres.


#1- No está ebria, está desconsolada.

El relato de Samuel empieza contándonos la historia de su familia. Un hombre, dos esposas, una tiene muchos hijos y se jacta de ello, la otra es estéril y los anhela. La estéril es Ana. Para ella su esposo Elcana no es mejor que diez hijos, ella quiere tener hijos porque en el pueblo de Israel tener hijos es ser partícipe no solo de Sus bendiciones, sino también de Sus planes. Así que un día ella decidió hacer las cosas diferentes, y dejó su estoicismo, oró, lloró e hizo una petición específica. No solo eso, su oración estuvo acompañada de un voto, la promesa de consagración de ese hijo.



Una de las cosas que más admiro de Ana es haber dejado a Samuel en Silo. Lo que nos cuenta el cronista de los hijos de Elí nos hace pensar que era el mejor lugar para que un niño creciera. Samuel no solo creció allí, sino que su gestión ministerial fue un parteaguas en la historia de Israel. El último juez, el gran profeta cuya palabra era tenida en estima, era el hijo de Ana. Samuel ungió a Saúl y luego a David. Sin Ana no hay Samuel.  Ana en su canto de agradecimiento proclama una serie de atributos divinos que deja en evidencia que esta mujer conocía a su Dios. Y es la última mención de ella en toda la Biblia.


#2- Después de vieja se puso con esas cosas.

Después de cientos años de espera, ha llegado el momento en el que la el Salvador vendrá al mundo. Pero siempre antes de lo mejor del concierto, vienen los teloneros. El telonero de Jesús fue Juan el Bautista. Ya Isaías había profetizado su venida, y luego Malaquías. Sin embargo, Dios siempre desafía las probabilidades, así que nadie pensaría que ese mensajero  vendría del vientre de Elisabet, una mujer ya muy anciana para tener hijos. Ella es de la línea de Aarón, y su esposo es Zacarías, un sacerdote. Lucas nos cuenta que vivían irreprensiblemente, pero aunque ella no pidió el hijo, ya Dios había planificado que ella fuera la mamá del que allanó el camino del Salvador.



No sé si te has fijado que Juan el Bautista no tenía un mensaje muy popular entre los religiosos de su época. Sin embargo, tenía discípulos, muchos de los cuales siguieron a Jesús después. El precursor del Mesías fue comparado con Elías, y el mismo Jesús  le destacó como gran profeta y su testigo. El bautismo de Juan tipificaba un bautismo que vendría después, el del Espíritu Santo. ¿De dónde salió ese niño? Pues, del vientre de su mamá, Elisabet. ¿Cuántos capítulos dedicó Lucas para describírnosla? Unos pocos versos. Juan es el mejor ejemplo de la claridad del propósito de vida, pero olvidamos observar que su mamá estableció el ejemplo al principio cuando reconoció la gracia en su prima, quien era la que traería al Verbo hecho carne.


#3- Dos son mejor que una.

Detrás del joven Timoteo, no solo estaba su padre espiritual Pablo, estaban su mamá y su abuela. La influencia de ellas era tan evidente que el apóstol las menciona en su última carta. Listra, de donde era oriunda la familia de Timoteo, no era un lugar en donde hubiese sinagoga, y el hecho que Timoteo no fuese circuncidado al octavo día como lo establecía la ley mosaica, nos indica también que a Eunice no se le hizo fácil criar a su hijo en los valores judíos teniendo un esposo griego. Pero ella, al parecer, tuvo ayuda de Loida, su madre. Dos mujeres ejerciendo influencia espiritual sobre su muchachito.



Timoteo no sería cualquier colaborador de Pablo. Es mencionado en muchas de sus cartas y para el momento en el que el apóstol es martirizado es el pastor en Éfeso, la región más importante del mundo occidental para la época. Imaginemos a una Eunice atemorizada e indispuesta a enseñar a su hijo las sagradas escrituras. ¿Hubiese tenido Timoteo la sensibilidad espiritual para entender el mensaje de la cruz y ser junto con Pablo un misionero de primera clase en la iglesia primitiva? No lo creo. Fueron una madre y una abuela sentaron las bases de la vida espiritual de un niño que más tarde tomaría el testigo del gran Pablo.



Así que, en un mundo que nos ha vendido la idea que protagonismo e importancia son iguales, veamos a estas mujeres, personajes fugaces que dejaron huella eterna. No debemos usar las medidas seculares para sopesar si nuestro trabajo de madres importa. ¿Sabes cuál tiene que ser la medida? Piensa en esto: Dios tiene un plan en el que cada uno de nosotros tiene una participación, eso incluye a tus hijos. Críalos, disfruta lo rutinario y corriente. Y sé una mujer de Dios. Los ejemplos en estudio nos recuerdan que una madre con una carácter cimentado en Dios puede establecer las bases para un hijo que marque huella en el Reino. Seamos el primer Cristo que ellos vean.


Feliz día de las madres.

jueves, 26 de marzo de 2020

Abajo Pandemia




Desempolvo este rinconcito porque tengo algo que decirte. Una vez más estamos ante una difícil situación que se suma a otras ya existentes, y eso no es información para ti. Sin embargo, porque estoy en el negocio de dar ánimo y contar buenas noticias subí un momentico mi santamaría para reflexionar contigo acerca de una historia que ha venido a mi mente estos días una y otra vez. Es que no me voy a calar esto de solo limones sin dulce. Esta vez vamos a hablar de un par de hombres en una ciudad romana, unas décadas después de la Ascensión de Cristo.


El cuento es un poquito largo, pero quiero hacer zoom in en un acontecimiento en particular. Estos dos hombres se metieron en problemas al ayudar a una joven a ser libre de los hombres que la explotaban. Por ello, fueron llevados a un sitio en el que las autoridades los desvistieron y azotaron con varas. ¿Te dije que eran romanos? Pues, no eran unos palitos chinos las varas que usaban, y tampoco tenían consideración en cuanto a qué partes del cuerpo golpeaban. A los hombres les cayeron a palo y para remate los mandaron a meter presos.  No solo eso, sino que el guardia que los recibió fue más servil todavía y decidió meterlos en el calabozo del calabozo, uno bien profundo. ¿Creíste que ya se acabó? Te equivocas. Los encadenaron.





Ahora, trata de imaginar toda la escena. Desnudos, maltratados, golpeados, encadenados. Están en una celda romana. ¿A qué demonios olerá eso? ¿Tú crees que le echaron antiséptico a las cadenas antes de ponerlas? Olvidé mencionarte, pero estos tipos son judíos. ¿Cuál es el pronóstico? Sí, feos pa la foto. Así están. Nadie podría juzgar a estos hombres por ponerse a llorar y reclamarle a su Dios por todo lo horrible que les ha pasado. Sin embargo, estos tipos no son unos tipos normales, porque han sido llenos de algo que los hace, no solo aguantar esa pela, sino que los hace orar y cantar. Sí, me leíste bien. Ellos están cantando a la medianoche. ¿Quién canta estando así? Te presento a Pablo y a su pana Silas. Son compinches de aventuras en lo que llaman el Camino.


Acompáñame que esta parte de la historia no ha terminado, viene lo mejor. Lucas, quien cuenta esta historia, nos dice que en esa hora, o sea, cuando estaban cantando, sobrevino un terremoto que hizo que los cimientos de la cárcel se sacudieran, así que las puertas se abrieron y también las cadenas. Y hasta aquí voy a dejar el cuento porque he llegado al punto que quiero enfatizar. Sé que estás pensando que las canciones de Pablo y Silas no pudieron haber causado un terremoto. Okey, es verdad, no tengo argumentos geológicos para apoyar esa teoría. Pero, ¿qué si fueron sus oraciones y cantos los que hicieron que pusieran su vista en algo más sublime que sus heridas y cadenas?


Así que, quizá te sientas apaleado por las circunstancias: el gas, el agua, la luz, el innombrable paralelo, la suegra, no sé qué te afligía antes que toda esta locura se desatara. Y ahora la cárcel. Una cadena que se puede llamar cuarentena o las consecuencias de ella. La libertad de tu corazón, de tus emociones no viene porque estas situaciones desaparezcan. Es que ya Pablo y Silas estaban libres antes que sus cadenas se abrieran.  Si eres incapaz de poner tu vista en otra cosa que no sea lo que te rodea, estás  encadenado, pero hay Alguien siempre dispuesto a liberarte. El Libertador por excelencia espera tu oración, esa en la que reconoces que a pesar del dolor que no entiendes, quieres ser libre, porque te digo, cuando todo esto pase, vendrá alguna otra situación que puede encadenarte, a no ser que decidas conocerle de verdad.




Esta historia está en el libro de Hechos de los Apóstoles, capítulo 16.