viernes, 7 de diciembre de 2018

Situación Límite





Si hay algo en lo que me cambió la maternidad es en la forma cómo proceso las situaciones de peligro. No sé, creo que da más temor lo que le pueda pasar a un hijo que lo que le pueda pasar a uno mismo. De hecho, el sentido de preservación va más orientado a cuidar al hijo, de allí la famosa expresión: “Mi hijo me necesita sano”.  Te lo he dicho antes, no quiero que mis hijos tengan ni siquiera lagañas, quiero lo mejor para ellos, quiero protegerlos, quiero que tengan todas sus necesidades cubiertas, quiero evitarles, en la medida de mis posibilidades, cualquier sufrimiento.


Sin embargo, la mala noticia es que estamos en un mundo caído, un mundo alejado de su Creador, y lamentablemente, cosas malas pasan. De no haberle pasado algo malo a mi hija no te estuviera escribiendo. El gran sabio dijo en Eclesiastés: “Tiempo y ocasión acontecen a todos”. O sea, a todo cocinero se le queman los frijoles alguna vez.  Y sí, perdóname porque siempre uso metáforas gastronómicas, pero no lo puedo evitar. Sólo quiero hacerte clara la idea: mientras estemos en este mundo viviremos pesares, la cuestión es cómo reaccionamos a eso.



Pensando en esas situaciones de apremio, me vino a la mente una historia del rey David. El tipo tuvo una vida acontecida, y gracias a Dios, hubo cronistas dispuestos a registrarnos esas vivencias.  En esta que te cuento, David no era rey aún. Era prófugo de la justicia, pues el rey Saúl había ordenado que lo mataran alegando falsas razones. Cuando David huye, de alguna manera espontánea le surge un ejército, y bueno, esta gente también tiene familia. David también se hizo su familia paralela, ya que su esposa era hija de Saúl. Sí, hasta ahora parece telenovela mexicana, ¿verdad?


El hecho es que en una de esas andanzas con su ejército, cuando David regresa a la ciudad en la que vivía, se consigue con que habían prendido la ciudad y se llevaron cautivos a todos los que estaban allí: mujeres y niños. Imagínate a estos hombres llegar y ver que sus familias habían sido secuestradas. Es sin duda una situación límite. ¿Qué se hace en una tamaña crisis? Déjame darte un poco más de información. Los que habían prendido la ciudad no eran un ejército artesanal como el de David, eran un ejército constituido, perteneciente a un reino hostil, y además superlativo en número. Este señor y sus hombres tienen todas las de perder.



Quizá también tú te halles en una situación límite. Tenías el dinero reunido para realizar un pago grande, vienen, aumentan el sueldo, y con eso todos los precios también se disparan. Tienes tres meses sin poder lavar bien tu ropa, porque quizá tengas jabón, pero no tienes agua sino sólo para lo extremadamente necesario. Te faltan 2 semestres para graduarte, pero tus profesores se están yendo del país, o no van a dar clase porque no tienen manera de llegar a tu casa de estudio. Y así, puedo seguir y seguir, situaciones límites que te encierran en el “No sé qué hacer”. Pero como siempre, esta historia no ha terminado, como tampoco la tuya.


El escritor de esta historia nos dice que “David halló fortaleza en Jehová, su Dios”. Puedes leerla con todo detalle en 1 de Samuel 30. Se acercó a Dios, y obtuvo la estrategia para revertir la situación, que más bien se convirtió en algo sumamente favorable. Es que la crisis, amigo que me lees, no es otra cosa que una excelente oportunidad para acercarnos a nuestro Creador, no como el bodeguero que nos suple una necesidad, sino como de quien dependemos, porque , no sé si no te has dado cuenta, pero los seres humanos no somos expertos en vivir vida, pero el Creador quien la diseñó es el experto de la experiencia.



¿A quién vas cuando tienes una crisis? Ciertamente como seres gregarios estamos rodeados de gente, pero antes de recurrir a alguien limitado, ¿no crees que sería mejor ir a Aquel que tiene todas las respuestas? Como te lo he dicho antes, hay un papelón inagotable que brota de la Fuente Suprema. De manera que allí está mi invitación siempre para ti. La vida no tiene que ser siempre un limón ácido.

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