Erase una vez un rey
en una lejana ciudad antigua que estaba sitiada por otro reino mucho más
poderoso. Como habrás visto en alguna película de época, las ciudades antiguas
estaban rodeadas de muros. Un sitio para una ciudad era la sentencia de muerte
a sus pobladores: un grupo moría de hambre y el resto moría a espada, porque
estar sitiado significaba que el que saliera se lo echaban al pico. En medio de
esta situación una mujer se acercó al rey pidiendo su intervención en un
problema con su vecina. Para este momento ya no había comida en la
ciudad. Esta mujer a quien llamaremos Nancy estaba peleando con Yajaira y
requería que el rey administrara justicia en el caso. El cuento va así:
-Rey, necesito que
me ayudes.
-¿Qué necesitas?
-Verás, ayer hice un
acuerdo con Yajaira. Como la cosa está tan apretada, nos comimos a mi hijo con
la condición de que hoy nos comiéramos al suyo. Ella ahora está escondiendo su
muchacho, y yo exijo que saque al chamo para que nos lo comamos.
Sé que suena como un
cuento de Horacio Quiroga, pero esta historia es verídica, escrita en los
anales reales del Reino de Israel. Puedes leerlo en la Biblia en el libro de 2
de Reyes, capítulo 6.
La situación del
sitio de Samaria era extrema, algo con lo que quizá tú y yo que vivimos en este
suelo tricolor nos podemos identificar. Es muy abrumador ver todo lo que rodea,
es muy intenso el sentimiento de ver tanto daño y maldad a la vez. Ver cómo el
vil egoísmo triunfa una y otra y otra vez causa un agobio enorme. Pero, siempre
hay un pero. Sabes que siempre te diré que cada limón debe ser endulzado con
papelón. La dantesca realidad que nos abruma puede cambiar, y va a cambiar. En
otras ocasiones te he contado que mi hija Ella me ha enseñado a tener siempre
esperanza, y aquí quiero darte tres razones por las que debes tener esperanza.
En primer lugar,
debes tener esperanza porque trae beneficios a tu salud física y mental. En
estos días escuché al neurocirijano Jackson Avery explicar cómo la esperanza
cambia nuestra fisiología, y cómo crea un mejor ambiente para las funciones
corporales. No es invento, es ciencia sólida. Puedes googlearlo si quieres. Con
una actitud correcta tu cuerpo funciona mejor, a pesar de las carencias que
puedas atravesar.
Por otra parte,
debes tener esperanza porque la esperanza te da energía para continuar. Aunque
pueda parecer que la esperanza genera un panorama ficticio, en realidad es una
fuerza motivadora para permanecer luchando. Cuando te enfocas en lo que esperas
en lugar de lo que te rodea, pues hay un mayor ímpetu para realizar tus
actividades, incluso aquellas que parecen las más frustrantes. Si bien no
puedes a veces escapar de lo incómodo, hacerlo esperando lo mejor puede cambiar
las cosas y hacer el trago amargo más llevadero.
La tercera razón por
la que debes tener esperanza te la he dicho otras veces. Nunca sabes cuándo las
cosas cambian para mejor. La historia que te comencé a relatar tuvo un giro
inesperado y con un chasquido de Dedos Divinos la dantesca realidad se
convirtió en una experiencia gloriosa. No te voy a contar el final para que tú
mismo lo busques, pero esta historia es de película. Y ese episodio está
registrado, entre muchas otras cosas, para que entendamos que existe un Plan
más allá de nuestras individualidades y que todo obra para bien.
Así que hoy tengo
que decirte que necesitas levantar la cabeza, armarte una vez más de valor y
continuar. No sé cuándo acabará esta pesadilla, no sé cuánto más tendremos que
soportar, pero mientras eso sucede, necesitamos poner los ojos en el puerto, no
en la tempestad. Es una decisión que requiere fortaleza de espíritu, y
determinación a ir contra la corriente. Papelón con ese limón, compadre, y
bórralo.
Claro, recuerda que
esto no se trata de Programación Neurolinguística, lo más importante en esto es
que involucres Mi Ingrediente Secreto.
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