viernes, 4 de noviembre de 2016

Fe Extraviada



Una de las cosas más humanas que existe es la necesidad de creer en alguien o algo. Es así. El ateo puede no creer en Dios, pero cree en ciertos preceptos. Los que sí creemos en Dios también tenemos nuestras convicciones. Sin embargo, la tendencia humana es también condicionar nuestra fe a lo que experimentamos en la vida concreta. Nuestra vida concreta, imperfecta, incompleta, insatisfactoria, limitada, rutinaria…¿verdad? Esa sensación de desilusión que nos arropa de vez en cuando, o en algunos casos es la norma de pensamiento, puede ser el ladrón de una fe que nos permitiría asumir la vida con más drive, más empuje, más ganas y más optimismo.


En estos momentos llevo conmigo muchas cargas emocionales. Sí, Jesús me ayuda a llevar esas cargas, pero están allí. Estoy segura que tú también tienes las tuyas: una deuda que se ve impagable, un medicamento que no consigues, una nevera en modo piscina, desempleo, distanciamiento de tu cónyuge, la muerte de un familiar, un amigo chavista inconvertible, y paremos de contar. Todas esas cosas son los potenciales asesinos de la fe. No te hablo de la fe cristiana, como tal, sino la fe en el sentido más genérico. Si tu fe se tambalea, es hora de que la fortalezcas.



Los venezolanos hemos extraviado la fe. La tenemos, por no sabemos dónde la pusimos. Y sí, tienes razón, hay cosas y personas en quienes no vale la pena creer, pero hay otras en las que sí. Mi hija, Ella, por ejemplo, ha avanzado en parte, porque ella sabe que confiamos en ella. Hemos respetado su proceso, hemos sido pacientes, pero siempre hemos creído que ella es capaz de mucho. No es una fe esotérica, es la confianza de que logrará avanzar y superar sus muchas limitaciones. Y es que creo que es más provechoso creer que no creer, y como dice el gran Marcos Vidal, también es mucho más fácil; porque la incredulidad requiere energía y disminuye tus fuerzas.


¡Necesitamos creer! Necesitamos creer que las cosas van a estar mejor, que nuestros hijos especiales (y los típicos también) avanzarán, que esta aflicción es momentánea, que el sol volverá a aparecer. ¿Qué si decides no hacerlo? Pues, bien. Nada. Sigue viviendo tu vida imperfecta, incompleta, insatisfactoria, limitada, rutinaria y no esperes mucho de ella, porque has decidido creer que es y será así.





De modo que esto de la fe requiere una decisión muy personal. Tener fe aumentará tus niveles de energía, te inyectará un ánimo ante la adversidad y te permitirá resistir el embate de la realidad abrumadora. Esa es mi porción de papelón para ti esta semana. Yo, que tengo mi IngredienteSecreto, he decidido poner mi fe en Él. Nadie que pone su mano en el arado, se vuelve, dijo en una oportunidad, eso es una versión neotestamentaria de: “El que se cansa pierde”. No nos cansemos de creer, y no supeditemos nuestra de a las circunstancias. ¡Cree!

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