viernes, 14 de julio de 2017

Crecimiento y Dolor




Aparte de la locura nacional, estoy atravesando en este momento por lo que llamo un valle. Atravieso el valle con una pesada carga. Al mismo tiempo, estoy experimentando grandes alegrías por los avances de Ella. Mejora cada día más. Se pone traviesa, explora más, está más alerta, más parlanchina.


En los últimos días hemos tenido que pasar por procesos de ruptura de diferente índole, y todos implican cambios y crecimiento. Estuve recordando cómo me sentía cuando empecé a vivir la pubertad, y le pregunté a mi esposo cómo fue para él, porque la experiencia es distinta para hombres y mujeres, pero para ambos es dolorosa. Sin embargo, esa transformación tiene un efecto positivo, y significa moverse a otra etapa.



¿Recuerdas cuando comenzaron a crecerte los senos? Era un dolor espantoso. Si eres hombre, no puedes hacerlo, pero quizá sí recuerdes perder tus pantalones en cuestión de semanas. Mi esposo mide más de 1,80 y dice que cuando se estaba desarrollando tenía mucho dolor en las piernas. No hablemos del acné, los gallos, la inestabilidad emocional y la falta de identificación con un grupo: odias a los niños, odias a los jóvenes, odias a tus padres, y odias la vida.  Pero al pasar el tiempo te das cuenta que no eres el mismo, cambian tus intereses y perspectivas. Es decir, creces.




Veo a Ella y a su hermano y me veo en el espejo. Tengo más canas y también más sabiduría, y aunque no estoy al punto de decepción del gran Salomón, sí entiendo que en esta vida todo pasa, el tiempo vuela, las etapas deben vivirse al máximo, porque como dicen por ahí: no volverán. Y eso, reconozco que me duele, pero también me hace reflexionar que si este maluco valle es irrepetible, pues me hará crecer como lo han hecho todos los demás.


Crecer duele porque sales de tu zona de confort y te aventuras a lo desconocido. Crecer duele porque tienes que desprenderte de conceptos y formas de hacer las cosas para adaptarte al nuevo tiempo. Crecer duele porque siempre es más satisfactorio tener la certeza del destino, que lanzarte a la incertidumbre. Crecer duele porque a veces ese crecimiento es producto de un guamazo inesperado. Crecer duele porque implica desapegarse a los planes propios y ajustarse a los que la vida te impone.  Y a veces, el dolor lo produce la vida misma, a quien le impones tus planes después de pelearte con ella.





Sin embargo, el fruto que produce el crecimiento es mucho más valioso y enriquecedor que la terrible experiencia. Cuando creces descubres tu potencial, expandes tus horizontes y es difícil involucionar si realmente creces. Aquí, en este valle me chupo un limón, pero sé que de estas cosas conseguiré un papelón, de ese con el que también haces besos de coco. No me resigno a pasarla mal, sólo porque me duela. He aprendido a sonreír  cuando duele. Sigo aprendiendo a hacer papelón con limón.