viernes, 27 de enero de 2017

Lástima que Lastima



La mayoría de los padres hacemos el mayor esfuerzo por  ahorrarle los malos ratos a nuestros chamos. Desde que tuve a Ella en mis brazos por primera vez supe que sería su defensora número uno. No quería que tuviera si quiera lagañas. Cuando supe su diagnóstico mi mayor pena era no poder garantizar su felicidad en un mundo que no está adaptado para personas con su condición. No obstante, me tocó aprender a dejarla sufrir para su bien, porque si al ahorrarle un dolor temporal le causaba un daño a largo plazo, pues estaba actuando basada en mis emociones, dejando de lado lo correcto.


Hace unos años conocí a una mamá que me dijo que su hija de 5 años que tuvo una parálisis cerebral leve estaba empezando a caminar, pero que lo hubiese hecho antes de no ser porque ella (la mamá) no toleraba los llantos de su hija en la terapia, e interrumpía las sesiones para que no llorara más. Gracias a Dios que caminó, pero me parece que si un padre aplica esa política en la rehabilitación de su hijo con lesión cerebral, asumo que lo hace con todas las áreas de su vida, dejando que el niño elija qué hacer y qué no. Esa lástima lastima. Quiero darte dos razones por la que no debes dejarte mover por ella. Esto aprovecha para un padre especial, a un padre típico y a cualquier persona en la bolita del mundo con hijos, perros o incluso plantas.

La primera razón por la que no debes dejarte mover por la lástima es que no está motivada por el amor, sino por el egoísmo. ¿Cómo así? Pues realmente no podemos sentir el dolor del otro, sino que nos identificamos con el pesar del otro y es nuestro pesar el que nos motiva o desmotiva a actuar o dejar de hacerlo. Recuerdo que el primer oftalmólogo que vio a mi hija tuvo que hacerle un examen en el que le colocaron unos ganchos metálicos en los párpados. Aparte de lo impresionante que fue el asunto, pues sus globos oculares quedaron completamente expuestos, me tocó a mí sostenerla en mis brazos. Ella gritaba, y yo quería llorar. Pues te cuento que mediante ese examen determinamos que tenía cataratas. Sí, hay personas que nacen con cataratas.





Si me hubiese detenido por la incomodidad que le causaba eso, y otras cosas, pues mi niña no estaría dando los pasos que hoy da. Hace un par de días en terapia se sostuvo por sí sola tomada por las pantorrillas. ¿Sabes qué es eso para un niño que tiene un par de meses sentándose? Nos ha tocado respirar profundo cuando llora. Tiene que calarse sus puyazos de vez en cuando, usa lentes y férulas antiequinas, la colocamos tres veces al día en un parapodio. Todo eso y otras cosas más. Otros nenés tienen gastrotomos, dietas y deben hacer cosas que le causan dolor. Te confieso que no disfruto ver a mi hija llorar a veces, pero cuando veo cómo ese dolor de ahora puede producir un resultado agradable al cabo de un tiempo, no lo pienso dos veces.


Además de eso, hay algo que necesitamos tener en cuenta, y no te sorprenderá cuál es la segunda razón para no sentir lástima. Todo ser humano posee una excelente capacidad para manipular, y nuestros hijos especiales no son la excepción. Estoy cansada de ver a Ella ir del llanto a la risa en una bajada de breaker. También la he visto fingir sueño para evitar alguna actividad. En medio de sus limitaciones, esa niña nació con pulmones de cantante de ópera, así que su llanto tipo sirena de ambulancia puede ser interpretado como manifestación de gran dolor. Pero la conocemos. Así que ante sus actos yo le prometo darle una Orquídea (no sé si entregan ese premio aún), y seguimos. No permitiré que mi lástima le robe el futuro a mi hija.






La misma política aplico para mi hijo, aunque en distintas instancias, pues él es un niño típico.  La lástima hacia nuestros hijos es la muestra de una debilidad de carácter. He conocido adultos víctimas de la lástima de sus padres. No es justo ni necesario. Nos toca ser firmes y actuar en amor, pensando en los frutos que las semillas incómodas rinden a largo plazo. Cada persona debe aprender a hacer papelón con limón, y nuestros hijos no deben ser la excepción. Negarle a nuestros hijos las cosas que le hacen bien por lástima les va a lastimar mucho más de lo que crees. 

viernes, 20 de enero de 2017

Curvas Peligrosas



Ya te conté que vivo en el estado Aragua. Aquí tenemos unas playas espectaculares, la más famosa es la de Choroní. Para llegar allá  en tu carro debes ser valiente y/o muy verdugo del volante.  Conozco a gente que jamás ha ido, sólo por no tener el guáramo de enfrentar la travesía. Yo, como cualquier mortal tomo un bus, y bueno, a calarse el vallenato o el reaggeton correspondiente. No mareo y tampoco me da miedo, pero no te voy a decir que me duermo. Voy en el camino pensando en mi destino. Lo mismo ocurre si voy a la Colonia (Tovar). Sin embargo, esos caminos tienen sus riesgos. Lo más común es escuchar los cuentos o ver los altares que recuerdan que algo trágico pasó en cierto punto. En todo el trayecto no dejamos de ver señales que advierten que hay curvas peligrosas.




Me parece que así mismo pasa cada vez que nos proponemos hacer algo. Ahora que inicia el año estamos llenos de resoluciones y dispuestos a alcanzar metas, atravesaremos puntos que pondrán en riesgo el éxito de nuestro viaje, y por ende hipotecarnos la llegada al destino. Así que en este punto quiero que pienses en al menos tres cosas que quieres alcanzar este año. ¿Las tienes? Bien. Presta atención. El asunto no será soplar y hacer botella. Deberás estar atento a las señales del camino: hay curvas. Si pelas, al barranco vas. Si no tomas las previsiones, y te apercibes de los peligros, tus metas podrían no ser alcanzadas. A medida que nombro esas curvas, podrás identificarte, pues probablemente fuiste víctima de ellas en ocasiones anteriores:

  1. Desánimo. Te pondré un ejemplo: empieza enero y llevas tu chamo a la terapia. Pasan 3 meses y él sigue “igual”. Dejas de llevarlo, pues no ves resultados. Te desanimas, pierdes el empuje y sueltas. El desánimo se cura teniendo en mente la meta final. En Selma, la película (por cierto, si nunca has visto esta película tienes que verla), uno de los compañeros de lucha de Martin Luther King le dice algo como esto: “Con los ojos en el premio, Martin”.  No te desanimes tan fácilmente, no “arrugues” a la primera.                                                                                           
  2. Inconstancia. Prima del desánimo, la inconstancia es una enemiga del alcance de metas. Enero es el mes de comenzar dietas, carreras, cursos, relaciones y empleo. Mucha gente cede al desánimo y abandona lo que había comenzado. Luego, toma otra cosa, y el ciclo se repite. Mi hija Ella tiene casi 6 años. Recibe terapia desde los 6 meses, y hace unos 3 meses fue cuando empezó a sentarse sola. ¿Sabes por qué lo está haciendo ahorita? ¡Yo no! Ella ha sabido hacerlo todo este tiempo, pero faltaba un click, una sinapsis. El hecho es que aún con todo lo que esperé, no dejamos de hacerle su terapia, de ejercitarla y de exigirle. Creo que lo hizo porque se dio cuenta que no la dejaríamos en paz.                                                                                           
  3. Temor. El temor es la fe en que las cosas saldrán mal. Pueden salir mal, es verdad. También pueden salir bien. El temor nos paraliza y nos roba el ánimo para esforzarnos. Una fuente de temor hoy día son las redes sociales. Es increíble lo que ves y lees. Sin embargo, necesitas elegir de qué te vas a llenar, qué cosas van a alimentarte. Es muy fácil para nosotros, los padres especiales llenarnos de temor: leemos diagnósticos, investigamos un poquito y de un momento a otro se nos baja el breaker. Cuando tememos, impregnamos nuestras acciones de un hedor de imposibilidad.  Pilas con el temor.                                                                                                   
  4. Prioridades invertidas. Darle importancia a cosas que no la tienen y descuidar aquellas que sí, es un riesgo de alto grado. Esas cosas que te desenfocan y te hacen invertir un esfuerzo que no vale la pena, son peligrosas. Puedes perderte en ellas, y cuando vengas a ver estás en el abismo del despropósito, muy lejos de Choroní. Debes proponerte mantener tus esfuerzos concentrados en alcanzar esas metas que enumeraste cuando te lo pedí, ¿recuerdas? Mantener los ojos en el premio, imaginarte en Puerto Colombia, siendo golpeado por la bravura de ese mar, tiene que darte la fuerza para poner de lado las actividades y personas que te desvían.





Así que te lo digo con experiencia. Más de una vez le he deslizado y perdido el destino. Este año enfrentaremos muchas curvas peligrosas. La clave está en identificarlas en frío y saber que con la actitud correcta y sortearemos esos y otros obstáculos. Los hacedores de papelón con limón estamos claros que no hay forma fácil de obtener el galardón, pero sabemos que sí es posible, sobre todo si agregamos nuestro Ingrediente Secreto.