viernes, 9 de octubre de 2015

Puntos de Recarga


Estoy viviendo días sumamente agotadores. Me siento física y emocionalmente cansada.  Las razones son múltiples, pero la respuesta a ello es la misma: necesito recargar mis baterías. Esto de hacer este guarapo frecuentemente, hace que se te pelen las manos de tanto ácido, que te cortes picando el limón, que te empegostes de papelón o que simplemente te hartes de hacerlo y quieras tomarte una malta, algo que destapas y ya. Tener hijos especiales es como pertenecer a la mafia rusa: después que entras, no sales. Entras para hacer cosas extremas. Pero uno se cansa, pana.

Hoy hablaré hoy exclusivamente en primera persona. Me hablaré a mí misma. Si coges dato, y te identificas, bien. Pero hoy estoy frente al espejo, en un monólogo exhortador.

Necesito recargar mis energías. Las exigencias físicas de esta responsabilidad son grandes. Ella es una niña, cronológicamente hablando. Pero neurológicamente es una beba. Eso requiere muchísimas atenciones de mi parte. Además, Ella tiene un hermanito que también necesita mi cuidado. Eso sin mencionar la casa. De manera que es importante que duerma, que coma, e incluso que me distraiga. Debo hacer tiempo para ir al baño en calma. Tengo que almorzar antes de las 4 de la tarde. Tengo que dormir aunque sea 7 horas corridas. Si me enfermo, ¿con qué energía podré atender a mi hija? No es irresponsable tomar una siesta de 20 minutos, o ver una película mientras doblo el ropero lavado. Mi cuerpo es el instrumento para cuidar de mi familia, y debo también cuidarlo.

Necesito recargar mis esperanzas, porque la realidad puede ser abrumadora. La esperanza se alimenta con la fe; fe en que las cosas pueden siempre mejorar, no importa lo que sucede en el plano físico. Para ello debo recordar en dónde estábamos ayer, la semana pasada, el año pasado o hace dos años. Me pregunto: “¿Ella ha avanzado?” Y la respuesta es: Definitivamente, sí. Los pasos que ha dado son pininos para algunos. Pero es que Ella va a su ritmo, pues. En ocasiones parecemos estacionarnos. Aún allí, debo mantener mis esperanzas. Ya te he contado de mi ingrediente secreto. Lo uso no sólo para hacer papelón con limón. Cuando quieren venir esos pensamientos deprimicidas, lo agrego, sin pensar. He decidido pelear mi batalla de fe con la convicción que saldremos vencedores de todo esto. Para recargar mis esperanzas, debo también mantener mi mirada en MI META. Porque ver a los lados, ver cómo van los demás y compararme, puede desalentarme. Y es por eso también que…

Necesito recargar mi paciencia. La paciencia que Joyce Meyer define como la actitud correcta mientras esperamos. Hay días que la pierdo. Hay días que la quiero esconder y pretender no necesitarla. Y confieso que la pierdo más con los demás que con Ella. He aprendido a respetar su proceso; pero me cuesta lidiar con quienes quieren que corra, cuando apenas aprende a sentarse. Quiero aprender a ser paciente con quienes aprenden la paciencia, y espero que me esté explicando. No quiero que me duela más la lengua de explicar que mientras hacemos lo que nos toca, debemos esperar en paz (calma en medio de la tormenta).

Necesito recargar mi perseverancia. He leído en varias ocasiones “Qué Hacer por su Hijo con Lesión Cerebral”. El Dr. Glenn Doman, autor del libro, realizó grandes aportes a la rehabilitación pediátrica en un tiempo en el que el conocimiento del área era escaso. Aunque, en mi opinión, algunas cosas de su método son difíciles de aplicar cotidianamente, me fascina el concepto que él plantea sobre el padre terapeuta y sobre la disciplina para la rehabilitación. Para él, se requiere un esfuerzo constante y sostenido de estimulación. Debo recordar que cada estímulo, es una semillita sembrada en el cerebro de Ella. A veces da fruto en corto tiempo, a veces simplemente se implanta y comienza a echar raíces. Las raíces invisibles, son el sostén para el gran árbol de la destreza que más adelante se desarrollará. Mi trabajo es seguir cuidando del jardín. Cuidar lo sembrado, y seguir sembrando.

El hecho es que no puedo permitir que se me agoten los elementos de trabajo. Sin ellos, la vida se hace cuesta arriba. Debo buscar mi fuente de recarga, lo que me permite tomar un respiro, y seguir. Rendirse no es opción para un padre especial.  


¿Consideras que hay otras cosas que debemos recargar? No dudes en comentar. 

1 comentario:

  1. Es necesario realizar una pequeña actividad por muy pequeña que sea, esto permite ampliar nuestro horizonte, contribuye con nuestra salud mental lo cual es importante cuando tenemos a cargo estas personitas e incluso gente mayor a nuestro cargo, en la medida en que nosotros estemos funcionando al 100% ellos estarán mucho mejor

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