Estoy viviendo días sumamente agotadores. Me siento física y
emocionalmente cansada. Las razones son
múltiples, pero la respuesta a ello es la misma: necesito recargar mis
baterías. Esto de hacer este guarapo frecuentemente, hace que se te pelen las
manos de tanto ácido, que te cortes picando el limón, que te empegostes de
papelón o que simplemente te hartes de hacerlo y quieras tomarte una malta,
algo que destapas y ya. Tener hijos especiales es como pertenecer a la mafia
rusa: después que entras, no sales. Entras para hacer cosas extremas. Pero uno
se cansa, pana.
Hoy hablaré hoy exclusivamente en primera persona. Me
hablaré a mí misma. Si coges dato, y te identificas, bien. Pero hoy estoy
frente al espejo, en un monólogo exhortador.
Necesito recargar mis energías. Las exigencias físicas de
esta responsabilidad son grandes. Ella es una niña, cronológicamente hablando.
Pero neurológicamente es una beba. Eso requiere muchísimas atenciones de mi
parte. Además, Ella tiene un hermanito que también necesita mi cuidado. Eso sin
mencionar la casa. De manera que es importante que duerma, que coma, e incluso
que me distraiga. Debo hacer tiempo para ir al baño en calma. Tengo que
almorzar antes de las 4 de la tarde. Tengo que dormir aunque sea 7 horas
corridas. Si me enfermo, ¿con qué energía podré atender a mi hija? No es
irresponsable tomar una siesta de 20 minutos, o ver una película mientras doblo
el ropero lavado. Mi cuerpo es el instrumento para cuidar de mi familia, y debo
también cuidarlo.
Necesito recargar mis esperanzas, porque la realidad puede
ser abrumadora. La esperanza se alimenta con la fe; fe en que las cosas pueden
siempre mejorar, no importa lo que sucede en el plano físico. Para ello debo
recordar en dónde estábamos ayer, la semana pasada, el año pasado o hace dos
años. Me pregunto: “¿Ella ha avanzado?” Y la respuesta es: Definitivamente, sí.
Los pasos que ha dado son pininos para algunos. Pero es que Ella va a su ritmo,
pues. En ocasiones parecemos estacionarnos. Aún allí, debo mantener mis
esperanzas. Ya te he contado de mi ingrediente secreto. Lo uso no sólo para
hacer papelón con limón. Cuando quieren venir esos pensamientos deprimicidas,
lo agrego, sin pensar. He decidido pelear mi batalla de fe con la convicción que
saldremos vencedores de todo esto. Para recargar mis esperanzas, debo también
mantener mi mirada en MI META. Porque ver a los lados, ver cómo van los demás y
compararme, puede desalentarme. Y es por eso también que…
Necesito recargar mi paciencia. La paciencia que Joyce Meyer
define como la actitud correcta mientras esperamos. Hay días que la pierdo. Hay
días que la quiero esconder y pretender no necesitarla. Y confieso que la
pierdo más con los demás que con Ella. He aprendido a respetar su proceso; pero
me cuesta lidiar con quienes quieren que corra, cuando apenas aprende a
sentarse. Quiero aprender a ser paciente con quienes aprenden la paciencia, y
espero que me esté explicando. No quiero que me duela más la lengua de explicar
que mientras hacemos lo que nos toca, debemos esperar en paz (calma en medio de
la tormenta).
Necesito recargar mi perseverancia. He leído en varias
ocasiones “Qué Hacer por su Hijo con Lesión Cerebral”. El Dr. Glenn Doman,
autor del libro, realizó grandes aportes a la rehabilitación pediátrica en un
tiempo en el que el conocimiento del área era escaso. Aunque, en mi opinión, algunas
cosas de su método son difíciles de aplicar cotidianamente, me fascina el concepto
que él plantea sobre el padre terapeuta y sobre la disciplina para la
rehabilitación. Para él, se requiere un esfuerzo constante y sostenido de
estimulación. Debo recordar que cada estímulo, es una semillita sembrada en el
cerebro de Ella. A veces da fruto en corto tiempo, a veces simplemente se
implanta y comienza a echar raíces. Las raíces invisibles, son el sostén para
el gran árbol de la destreza que más adelante se desarrollará. Mi trabajo es
seguir cuidando del jardín. Cuidar lo sembrado, y seguir sembrando.
El hecho es que no puedo permitir que se me agoten los
elementos de trabajo. Sin ellos, la vida se hace cuesta arriba. Debo buscar mi
fuente de recarga, lo que me permite tomar un respiro, y seguir. Rendirse no es
opción para un padre especial.
¿Consideras que hay otras cosas que debemos recargar? No
dudes en comentar.
Es necesario realizar una pequeña actividad por muy pequeña que sea, esto permite ampliar nuestro horizonte, contribuye con nuestra salud mental lo cual es importante cuando tenemos a cargo estas personitas e incluso gente mayor a nuestro cargo, en la medida en que nosotros estemos funcionando al 100% ellos estarán mucho mejor
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