Hace unos meses
atrás mis vecinos recogieron un perro de la calle. Yo lo llamé Coleto, porque
eso es lo que parecía. Mi esposo le decía perro ladrón, no porque robara cosas,
sino porque ladraba, MU-CHO. Como era de la
calle al perro no le gustaba la soledad, razón por la cual el pobre perro
empezaba a ladrar cuando se iban. Léeme bien: ladraba siempre que estuviera
solo. No te imaginas lo molesto que el asunto era, no sólo para mí, sino para
todos mis otros vecinos. Se escuchaba en todas partes. El ladrido empezaba a
las 6 de la mañana, y paraba a eso de las 5 de la tarde. Sin embargo, al pasar
los días y semanas de alguna forma comencé a dejar de darle tanta importancia.
Eso es lo que se llama: hacer fondo.
Todos conocemos el
concepto de fondo y forma. El cerebro integra los sentidos y percibe el mundo.
Cuando prestamos más atención a una sensación estamos haciendo forma, y cuando
la “ignoramos” hacemos fondo. La verdad es que no la ignoramos, nuestro cerebro
no ha dejado de percibirla, pero no está en el primer plano. Creo que ese es el
tema con las aflicciones irresolutas. Siguiendo con el ejemplo de Coleto, el
perro que ladraba mucho, llegó un momento que su ladrido no estaba en primer
plano para mí. Por eso es que su ladrido no me volvió loca como sí lo hizo a
otros.
Cuando recibí el
golpe del diagnóstico de mi hija Ella no podía hacer fondo del asunto. ¿Cómo
dejar de lado la idea de que el futuro de mi hija estaba hipotecado por una
lesión cerebral? Es que cuando tienes una piedra en el zapato, ¿cómo carrizo
caminas tranquilo? Pues, no pretendo ser yo la dueña de las verdades de la
vida, ni poseer toda sabiduría salomónica, pero sí hay algo que pueda asegurarte:
toda aflicción puede producir beneficios. Y mientras atravesamos esos valles necesitamos
hallar equilibrio, manera de sobrellevar lo difícil y aprender a hacer fondo.
Hoy quiero darte dos
prácticas que puedes realizar para hacer fondo con las situaciones difíciles.
De ninguna manera estoy simplificando los problemas, pero todos mis escritos
están orientados a infundirte una actitud distinta ante la crisis. Quizá la
situación no cambie mucho, pero tú sí podrás afrontarla con un ánimo distinto.
Un adinerado hombre
de 75 años viaja por un desierto en el Medio Oriente con su esposa y sus bienes.
Dejó a su familia persiguiendo una promesa dada por Dios. La promesa es
convertirse en una gran nación. Sin embargo, Don Abram no tiene hijos. Está en su tienda y tiene enormes riquezas,
pero nadie a quién legárselas. Allí está el ladrido de la esterilidad de su
esposa. Dios le invita a salir de su tienda, a poner de lado por un momento lo
que le recuerda su dolor. Lo primero que
te aconsejo para hacer fondo es salir de la tienda, implementar una actividad
que te distraiga cada cierto tiempo.
Cuando Ella estaba
pequeñita me inscribí en un curso de cocina en mi pueblo. Así que toda la
actividad era un cambio de ambiente. Era viajar, distraerme en el camino, estar
con otras señoras, aprender y enfocar mi atención a otra cosa que no fuera
citas, terapias, medicamentos, convulsiones, pañales sucios, etc. Desde ese
tiempo lo implementé como casi obligatorio. Digo casi, porque te confieso, me
cuesta a veces. Soy una persona sumamente enfocada a logros, y siempre tengo
algo qué hacer.
¿Qué cosas te
distraen? Hazlo. Ve una película, anda y dale una vuelta a la plaza, toma una
siesta, juega una caimanera, escápate a la playa, o con las amigas a comer
helados, así sean chupi-chupi. Necesitas hacerlo, por salud mental, por
esparcimiento, porque la recreación es una necesidad que debe ser suplida. Esto
no es una licencia para desentenderte de tu situación, es una manera de retomar
fuerzas para sobrellevarla. No estamos ignorando al perro, aún escuchamos sus
ladridos, sólo que por un momento le estamos dando importancia a otra cosa, y
no hay nada de malo en ello.
Abram salió de su
tienda, y al salir, Dios le indicó contar las estrellas. Y allí está mi segundo
consejo: cambia la perspectiva. Hacer fondo es regular las sensaciones y
manejarlas. Si sólo piensas en la reconversión monetaria, en que no consigues
azúcar, en que se te acaba el medicamento del niño, pues, obviamente tu energía
va a estar consumida. Velo diferente, decide, determínate a ver las cosas con
otra óptica. Insisto, esto no lo va a solucionar, pero sí te va a dar la
fortaleza para abordar tu dificultad con más equilibrio. Contar las estrellas es
ver todo, no sólo una cosa. Cuando ves un cielo estrellado, ves muchas estrellas,
no sólo una. Ves las cosas en una proporción mucho más justa y de manera más
amplia.
Haz el ejercicio y
mira a tu alrededor. Agradece tu vaso de agua, ve que tienes un aparato
electrónico que te permite leer esto, tienes ojos que funcionan y un cerebro
que procesa esa información. Observa y aprecia. No des las cosas por sentado, y
cuenta las estrellas.
A Don Abram le
faltaba mucho camino, pero ese momento cambió su vida para siempre. El relato
completo está a partir de Génesis 15. No
puedo asegurarte que todo estará bien hoy, pero puedo decirte que asumir la crisis
desde otro ángulo te va a traer mucho bienestar, claro que siempre te voy a
recomendar Mi Ingrediente Secreto.
Los ladridos de
perros pueden estar al fondo y sobrellevarse, los malos ratos de la vida
siempre se pueden endulzar. De eso se trata el papelón con limón.