Prometí escribir al
respecto. Es un tema extenso, y es posible que no lo cubra todo en este
post. Con algunas excepciones del Reino
Animal, los padres siempre queremos lo mejor para nuestros
hijos, pero en algunas ocasiones no lo logramos. Eso, mi querido lector, causa algo que yo he denominado culpa
autoechada. ¿A qué me refiero? Hablo de
esas cosas sobre las que no tenemos control en absoluto y que causan malestar o
daño a nuestros hijos. Esas cosas de las que nos hacemos responsables, por las dudas. Siempre tiene que haber un
culpable, y bueno, a veces terminamos
señalándonos a nosotros mismos al no hallar explicación.
En estos días
filosofaba acerca del oficio de la maternidad, y concluí que ser padre es como
ser nuevo en algo todos los días de tu vida. No sabes si la estás embarrando o
lo estás haciendo bien. Y bueno, como las mamás, en especial las latinas,
tenemos una alta predisposición a tomar el control de todo, pues, lo más
natural es que la culpa de todo también sea nuestra, ¿no es así? Pero la verdad
es que no todo está en nuestras manos, y no somos responsables del Cosmos, por
muy súper mamás que nos creamos. Y esto, también va con los papás, por
supuesto. Por eso quiero hablarte sobre la mala maña de echarnos la culpa.
Quiero decir que en
muchas ocasiones somos sumamente duras con nosotras mismas por no ser la mamá
perfecta que todos te dicen que debes ser. Sí, todos te lo dicen. Si bien, no
con palabras, tu mamá, tú tía, tu abuela, tu suegra, tu cuñada, tu vecina,
todos esperan de ti que tu hijo ande pulcro, no se enferme nunca y además sea
gordito. A mí, por ejemplo, me preguntan si yo sabía que Ella tenía una
condición especial antes que naciera. Aparte de tener que explicar que un
accidente perinatal se llama así porque sucede durante el nacimiento, me pregunto, ¿qué si hubiese sabido que iba
a tener una lesión cerebral? Supongamos que no es una lesión, sino una
condición genética, ¿cuál es mi responsabilidad al respecto? ¿Qué padre planifica con su hijo en vientre
las muchas sesiones de terapia a las que tendrá que llevarlo? Así que vamos a
discutir sólo dos principios importantes para superar la culpa. Los demás te
los debo para las próximas entregas.
Esta semana, trata de pensar en estas dos ideas: no eres Enciclopedia Británica, y no puedes usar a los otros de medida. Una de las cosas que nos hace libre de la culpa es la certeza de saber quiénes somos y por qué hacemos lo que hacemos. Y sí, sí hay que dar explicaciones, pero Al de Arriba.
La próxima semana
te daré otros consejos acerca de superar las culpas maternales. Mientras tanto,
no olvides que la vida está llena de dulce y de ácido, y eso es aplicable a
todas sus áreas, siendo una de ellas la vida familiar. La vida es papelón con
limón.