Suena como un oxímoron, pero no lo es. Los soñadores
realistas creen que lo imposible se puede realizar, pero saben que ante una
abrumadora realidad, hay un trabajo que hacer. Me considero una. Aún continúo
alimentando esperanzas en un mundo en el que te dicen que hay momentos en los
que hay que pisar tierra. No ando en las nubes, pero sé que puedo ver más de lo
que me espeta en la cara el “esto es lo que hay”. Hacer papelón con limón
implica una dedicación a la tarea, un compromiso y un código de sobrevivencia. Los padres especiales empeñados en hacer este
guarapo somos soñadores realistas. Desde esta perspectiva te hablo hoy.
En primer lugar, como soñadora realista no me he casado con
ningún especialista. Por casarme quiero decir que no hago compromisos de exclusividad.
Si algo no funciona para Ella, pues hasta allí llegó. Cuando un médico me deja
más interrogantes que respuestas, busco otro que me las responda. Si un
terapeuta o terapia no funciona para mi nena, no dudo en detenerlo. ¿Cuál es la
medida para saberlo? Simple: resultados. En el caso de mi hija, los resultados
tardan un buen tiempo en verse, pero se ven. Seguro lo habrás leído miles de
veces: si algo no funciona de una forma, inténtalo de otra. Esto es un
principio de vida. No podemos esperar resultados diferentes si seguimos
haciendo las cosas de la misma manera.
Lo otro es que he aprendido que un padre especial que sueña
realistamente usa los recursos a su mano. Supe el año pasado de una mamá que
iba a llevar a su nena a China a un tratamiento con células madres. ¡Bien por
ella! Pero yo ahorita no puedo llevar mi hija si quiera a Margarita con los
delfines. Entonces, como te conté en Jungla Capital, voy con cierta frecuencia
a Caracas. Otros papás llevan sus ángeles a Cuba. Excelente. Otros a un Centro de Desarrollo Infantil o a un
SRI. A otros les dan terapia en casa. A unos les llevan a terapia equina. Es
decir, hay que hacer las cosas de acuerdo a las circunstancias y posibilidades
particulares. Lo único que no se vale es no hacer nada. Un niño con necesidades
especiales debe recibir estimulación y ayuda en atención a su discapacidad
hasta alcanzar el máximo nivel posible de independencia.
Además, los soñadores realistas no dejamos que la realidad
nos apabulle, porque somos soñadores. Hay miles de cosas que pueden salir mal.
Hemos pasado malos ratos. De hecho, no conozco hasta ahora ningún padre
especial que no luche con traumas. Pero eso no nos quita el empuje. Estamos
obstinados en ver mejor a nuestros hijos. No nos da la gana de permitir que
nuestros chamos vean hipotecado su futuro por las palabras desconsiderada de un
especialista, o por la flojera de un terapeuta; ni siquiera porque no
conseguimos un medicamento en las primeras 35 farmacias que visitamos. Soñamos
y nos movemos. La realidad es un referente lateral, una línea de ubicación,
pero no es la meta.
Soñar te da esperanzas, fuerzas y te motiva a seguir. Ser
realista en medio del sueño te permite hacer un esfuerzo consciente, pero
también te enseña que hay cosas que no dependen de ti. Hay siempre un elemento
Supremo (sabes, mi ingrediente secreto). Lo que sí es cierto es que si
sembramos, cosechamos. Es una ley natural. Así que no tengas miedo de soñar, y
tampoco tengas miedo de actuar. Esa es la esencia de un soñador realista.
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